miércoles, 24 de junio de 2009

"Un tipo que flota" de Ortiz y Krasmanski


…Antes del naufragio yo tenía una casa donde vivía… Un auto que conducía… Un televisor que miraba… Una estufa que me calentaba en invierno… Y un aire acondicionado que me refrescaba en verano…

…Ahora solo tengo esta caja que evita que me ahogue en el mar, pues mi extrema debilidad me impide nadar… En ese sentido, técnicamente la caja me tiene a mí…

…¿Cómo fue que hice para pasar de abundante desposeído a escuálida posesión?...



Un naufragio, una situación desesperada y un náufrago sobre una caja enfrentado a la inmensidad del océano es la historia detrás de esta creación (he abandonado la idea de etiquetarla). Tiras cómicas enlazadas, con nuestro náufrago reflexionando, a modo de tormenta de ideas, lanzadas al aire, según van llegando a su cabeza, cuestionándose su pasado, su presente y su futuro (el suyo o el nuestro…). Todo ello aderezado con un sarcasmo que cae sobre cada una de las reflexiones, donde la lógica se impone con gracia sobre nuestros pensamientos, un ejercicio de autocrítica con un humor sutil pero arrollador. Un guión inteligente apoyado en una imagen ciertamente minimalista en el sentido de abandono de cualquier tipo de añadido que nos aleje del objetivo. Una expresión, una caja con un ser humano en medio del océano, son lo suficientemente potentes.

La soledad en medio de la inmensidad, o la soledad en medio de una multitud, cuanto más insignificante, más consciente eres de ti mismo son los mejores momentos para reflexionar sobre la vida, nosotros y los demás, nuestro lugar en el mundo. Suelen ser los momentos de más lucidez.

Sirve para entender como perderlo todo es la mejor manera de obtener una buena perspectiva para ver lo que se quiere y como las ataduras materiales anulan esa perspectiva. Nos une un hilo muy fino a lo efímero de nuestra existencia y saber discernir lo importante de lo superfluo sería un buen objetivo para cualquiera. Servirse de un náufrago en medio del océano, dota de una curiosa fuerza a las argumentaciones. No tener nada que perder, saber reírse de uno mismo (fundamental a pesar de ser utilizado como mecanismo de autodefensa) y una buena dosis de sarcasmo e ironía son las armas.

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