Al respecto de la lectura de La clase de François Bégaudeau y el visionado de la película del mismo nombre de Laurent Cantet (cuyo título original de ambas en su versión original es “Entre les murs”) me surgieron distintas cuestiones que he intentado exponer a una persona relacionada directamente con el sector de la educación, de sus respuestas cada uno sacará sus propias conclusiones.
A continuación se reproducen íntegramente las respuestas de Isabel Rico a las cuestiones que se le plantearon y su esperanzadora conclusión. Quiero manifestar mi profundo agradecimiento por haberse tomado la molestia y por el interés mostrado.
¿Se aceptan propuestas por parte de profesores o alumnos en el ámbito de las relaciones alumno-instituto, alumno-profesor, alumno-evaluación o las directrices válidas proceden de las instituciones?
Aun así, en el ámbito de la educación, los profesores se constituyen como los organizadores únicos de su propio aula, con los que las relaciones entre alumno y profesor son muy diferentes, dependiendo de la personalidad del profesor y del grupo. Del mismo modo, los criterios de evaluación son recogidos por el decreto correspondiente al que hay que adaptarse, y de forma más concreta (los exámenes que se hacen, cuánto cuenta cada uno, si se contempla la realización de trabajos, cuánto valdrán en la nota final...) se establece cada principio de curso en consenso por el Departamento Didáctico (conjunto de profesores de una misma materia), pero la libertad de cátedra de un profesor puede hacer variar esas directrices. En este caso las propuestas del alumnado no se tienen en cuenta, en prácticamente ningún caso.
En este caso es de nuevo difícil hacer una generalización, depende siempre de la personalidad de cada profesor. He de decir, que en base a mi experiencia, suelen abundar los profesores que se ayudan en casos puntuales de conflictividad en una clase, ya que al fin y al cabo es un problema que tiene más de un profesor, que da clase al grupo, hace las guardias, le dio clase o se la dará. El trabajo conjunto del profesorado y el equipo directivo suele ser la mejor solución a ese tipo de problemas.
Compartir experiencias y comentar situaciones en la sala de profesores, tomando café o en reuniones, es también una buena forma de compartir soluciones.
Es verdad que a la hora de hacer otro tipo de iniciativas, salidas culturales, proyectos educativos,... sí que existe un alto porcentaje de “escaqueo”, basado en esa teoría de que como ya tenemos una plaza, ya no es necesario trabajar más; debo añadir que a pesar de eso hay una gran cantidad de profesores que realmente trabajan y viven para sus alumnos.
De nuevo no podemos generalizar, pero sí que es cierto que la relación más directa de los padres con el centro es a través de los tutores de sus hijos, quienes se colocan como visagra entre las familias y el centro educativo. No obstante, el centro está abierto a otras vías de relación; todo padre puede acceder a hablar con cualquier profesor concreto (tenemos una hora semanal de tutoría de padres, seamos tutores o no), igual que puede acceder a entrevistas con el equipo directivo. Existen además otros órganos como el Consello Escolar y las ANPAS, mediante los que los padres pueden participar en la vida escolar.
En muchos centros, a título individual y según las iniciativas de profesores y la respuesta de los padres, se hacen clubes de lectura, clases de gimnasia y multitud de actividades en las que el centro y su profesorado abre las puertas a las familias. Añadir que siempre es fundamental el trabajo conjunto con las familias para un mejor funcionamiento del conjunto educativo.
Como en los casos anteriores, depende de cada profesor y de cada alumno. Para ser profesor, o un buen profesor por lo menos, se necesita (entre otras muchas cosas) un grado importante de empatía y psicología; hay muchos alumnos con los que nos encontramos, que casi tienen más necesidades psicológico-afectivas que de contenidos. En estos casos el interés y la preocupación del profesorado es fundamental, pero son pocos los medios con los que contamos en estos casos.
Si antes decíamos que la relación con las familias era fundamentalmente por medio del tutor, en este caso depende más de la relación personal o el trato de un profesor concreto que no tiene que ser obligatoriamente su tutor, aunque es cierto que el papel de tutor favorece este tipo de relaciones más personales.
El alumnado tampoco sigue una regla, sino que dependerá de sus necesidades, forma de ser o confianza alcanzada con un profesor determinado.
En realidad están prohibidos todo tipo de aparatos, desde los móviles, consolas o mp3, con lo que inmediatamente pueden ser confiscados, evitando esa situación. De todas formas sí que es posible que se de el caso de dormitar, hablar, haccer los deberes de otra asignatura... ¿y que se siente? Una auténtica desesperación, además de verlo como una falta de respeto hacia tu esfuerzo y tu trabajo, una desazón y una auténtica impotencia, al no saber qué más hacer para atraer su atención. No se trata de hacer pino y llevar traje de payaso para que ellos se aprendan qué es un Parlamento o los ríos de España, pero a veces parece que eso es lo que se nos pide. Ellos son así, despistados y desinterasados, así que nos toca a nosotros hacer de la clase un circo para atraer su atención y que se diviertan como si estuviesen en el cine... ¿no ponen ellos nada de su parte? ¿no es mi trabajo enseñar y el suyo hacer un poco de esfuerzo por aprender? ¿hay que dárselo todo hecho? ¿qué hay de la cultura del esfuerzo?
Me gusta mucho hacer debates en clase, es una manera natural e interesante de que se posicionen y argumenten a favor o en contra de algo, aunque no esté directamente relacionado con la materia del día.
El control del grupo se basa en el respeto a la palabra, el turno y las ideas de cada uno, además del conocimiento del grupo, ya que hay algunos con los que ni siquiera es posible intentarlo. Creo que la insolencia o la falta de respeto hay que atajarla de una forma contundente y radical, pero no creo que dejar un debate sea la mejor opción, sino dejar claro que ese tipo de argumentos no son válidos y en todo caso castigar o retirar del debate al alumno insolente o que ha faltado al respeto a alguien o a sus ideas.
En conclusión, que a mi me encanta mi trabajo, que trabajar en educación es difícil (aunque tengamos muchas ventajas, innegablemente), que se nos exige ser profes, psicólogos, padres, educadores, payasos, consultores... Que hay momentos en los que se pasa mal, te preocupas, te sientes impotente y te llevas el trabajo a casa, … pero que a mi me compensa, eso lo tengo claro.
Isabel Rico Oriola es profesora del IES Alvaro Cunqueiro
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