domingo, 24 de mayo de 2009

"The man from London" de Béla Tarr. Hungría, 2007



“…un hombre que, pasada la cincuentena, tiene una vida monótona. Cada día el mismo círculo: subir a la torre por la noche, bajar por la mañana, beber algo en el bar, volver a casa, dormir durante el día y volver al trabajo. Sabemos que nada cambiará ni en uno ni en quince años. La cuestión que me interesó es la siguiente: ¿qué pasa si un hombre en esta situación se enfrenta a una tentación, a una posibilidad de cambio? ¿Qué es capaz de hacer con esta posibilidad? ¿Qué tono adquiere su revuelta? Después, claro está, renuncia, pierde todo y debe volver a su rutina.”



Es esta una adaptación del cineasta húngaro Béla Tarr de una obra de Georges Simenon del mismo nombre, una obra de puro cine negro pero contada de un modo personal, es una adaptación sobre todo de ambientes, la película comienza con una prolongada secuencia donde se nos presenta el asunto en cuestión, pero dentro de una experiencia agobiante, donde todo se nos viene encima, unos delincuentes mal avenidos, un robo frustrado en el último momento por una disputa y un observador atento a los detalles, todo ello desde lo alto de la cabina, muy lentamente, comprendiendo lo que ocurre, agobiados por un ambiente muy pesado, con una música encima que aumenta la carga. Es el punto de partida de un thriller que no es importante en su historia sino en las reacciones que provoca.

El vigilante recupera el botín perdido y comienza una persecución por parte del ladrón, pero es una persecución que no está basada en el movimiento, es minuciosa, hay un estudio de los movimientos de la presa, sus recorridos, el captor se convierte en una presencia. Todo ello con un ritmo lento, la presa camina de vuelta a casa desde el trabajo, para en una taberna, descansa y todo ello con su nueva sombra. Todo esto acompañado de las nuevas posibilidades que se le abren al vigilante, este ve ese botín como una última esperanza para salir de su monotonía, de una vida que no le ofrece mucho pero de la que parece no haber renunciado del todo (explicitado en el “rescate” de su hija), pero a la que parece no poder acceder (la disputa en la tienda donde trabaja su hija o las disputas domésticas).

La llegada del investigador provoca el desenlace de la historia, es la resolución de un misterio que en realidad no es importante, solo lo es como articulador de unas emociones expresadas en el vigilante, que comprende que la situación es insostenible y debe renunciar a toda esperanza o una cara, la mujer del ladrón descubriendo la verdad sobre su marido al que ama.

Es una obra de cine negro puro que ofrece un retrato bastante siniestro, según propias palabras del autor: “Ya no puedo soportar esta puñetera corrección política, pequeño-burguesa, que existe en el mundo. Este acuerdo entre los pobres y la sociedad, cómo son forzados a aceptar este orden y aceptamos este mundo de mierda; es increíble. Así que no, yo debo mostrar lo que pasa realmente: la gente no puede más, sus emociones son fuertes, poderosas. Y la cuestión es cómo esas emociones son explotadas y controladas, antes de la gran explosión. “

Es una película que está hecha a pedazos, como partes independientes que acaban formando parte de un puzle, como una sucesión de cortos que unidos conforman la película, expresados con un mismo lenguaje, un ritmo similar, tomándose su tiempo y dándoselo al espectador para que vea y comprenda lo que pasa, para que interprete y entienda también lo que ocurre fuera de plano, tratándonos como un personaje más que como parte de la historia no puede evidentemente verlo todo. Somos como un compañero del vigilante y, en palabras del propio autor: “No hago más que mostrar a un ser humano y, al final, tenemos la impresión de que le comprendemos.”

El ambiente es un elemento más con el que trabaja el autor, y para hacernos comprender lo que sienten los personajes se sirve de diversos elementos, la música es uno de ellos y consigue tanto con su presencia como con su ausencia: “…en la música: si todo fuera un caos, al final ya no se reconocería el caos, no se oiría porque se habría convertido en un orden.”

Esta fue una película rodada en inglés, húngaro y francés (aunque para su exhibición en el festival de Cannes de 2007 fue doblada íntegramente al húngaro), lo que ofrece un matiz (que no comprendí mientras veía la película, tengo que añadir), el vigilante y el ladrón, por ejemplo no hablan el mismo idioma, no expondré más para dejar disfrutar de esta obra absolutamente recomendable de un cineasta de los llamados “invisibles” (ninguna de sus películas ha sido estrenada en salas comerciales, al menos en España aunque la filmoteca Fnac ha editado un pack con algunas de sus películas y ésta en concreto va a serlo en próximas citas).

Las citas de Béla Tarr pertenecen a la entrevista publicada en la revista Cahiers du Cinèma - España nº22 de Abril de 2009


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