lunes, 20 de julio de 2009

Identificación

Llevo ya un cierto tiempo intentando decidir cómo enfocar este post, no era mi intención original plantear aquí cuestiones de tipo personal, sino analizar desde un punto de vista propio (que no personal) un comentario (no me atrevería a decir análisis) de algunas manifestaciones culturales, ya fuesen libros, películas, situaciones o cualquier otra, que por algún motivo llamasen mi atención para bien o para mal. Pero hay veces en que llega el momento de hablar sobre algunas obras que te afectan directamente, no porque, evidentemente, yo tenga ningún tipo de relación con sus autores (espero ansioso el día en que se publique la primera novela de mi propio hermano para traer aquí mis impresiones) sino porque en algún momento conectaron contigo a un nivel íntimo que hace que cualquier juicio esté condicionado por ese sentimiento.



Por ello me he decidido a incluir varias obras para ejemplificar este hecho, y me explico, a través de ellas se busca explicar no tanto el cómo se ha producido sino el porqué.

Empecemos por el pequeño ensayo realizado por el antropólogo Marc Augé al respecto de la película “Casablanca”. Para que esa identificación-conexión se dé entre un consumidor y una obra no hace falta nada más que la memoria, ella aparece y te sugiere una sensación, te devuelve un recuerdo, una sola imagen. En este caso, existe una relación muy fuerte entre la infancia del propio Augé y la temática desarrollada en el film, este lo devuelve a lugares comunes a su infancia, le hace revivir momentos (unos alegres, otros dramáticos, otros…) y le acompaña en esa búsqueda en el baúl de su memoria junto a su madre. Como el mismo se encarga de recordarnos estos no tienen porque ser recuerdos reales sino que la memoria los va moldeando conformando la película de nuestra vida que tenemos en la cabeza.


Como segundo ejemplo “El apartamento” de Billy Wilder. Para que se produzca esa conexión entre cada uno y la obra correspondiente hay que tener en cuenta que no hace falta nada. Puedes ver (o leer, o sentir, o experimentar) un recuerdo representado, puedes ver tu estado de ánimo, puedes ver tu respuesta en la misma situación. Pero también puede ser una conexión más abstracta, una representación de cómo tu querrías o crees (y aquí es donde se pierden los límites entre realidad y ficción) ser. Es una relación a muy diferentes niveles pero dentro de todos los libros o películas que podría leer o ver en mi vida los que guardo con más cuidado son aquellos que me llegaron por esta vía. Siempre se dice que a través de nuestros gustos se puede saber mucho de nosotros, una verdad indiscutible.

Para terminar, este fragmento de “Le fabuleux destin d’Amèlie Poulain”. Sobran las palabras.


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