Dos apartados son los que me gustaría destacar referidos a esta obra de Orson Welles, los planos secuencia y la actuación del propio Welles en la película.
Fue una obra que tuvo que superar de todo antes de llegar al punto en el que ahora se encuentra, de hecho, ni siquiera el montaje de la versión más popular que circula es del propio Welles. Es una historia curiosa al respecto de cómo las películas pasan por un largo proceso que tiene paradas muy diversas (el guión que le presentaron al director y que este aceptó dirigir si se lo dejaban reescribir, como le propusieron a la estrella unas condiciones que todavía no eran seguras, etc…) hasta llegar al espectador, lo que podría parecer el objetivo aunque no siempre sea así. Al respecto podéis leer la historia aquí .
El plano secuencia que abre la película (de una duración de más de tres minutos y con un movimiento increíble de la cámara, imprescindible) es tan sugerente que sirve como presentación de la trama y los personajes sin que estos lleguen a decir prácticamente nada. La mecha se va consumiendo, hay traspaso de fronteras, Charlton Heston y Janet Leigh hacen su aparición, y todo se desencadena con la explosión.
Dentro de la casa del sospechoso, con la cámara como un personaje más, un observador, casi como un policía más, siguiendo el desarrollo de los acontecimientos, participando de un ambiente donde se está decidiendo el futuro de los acontecimientos, un extraño sentado en una sofá viendo como la policía decide quién es el culpable, como el extranjero descubre cómo funcionan las cosas y como la desesperación se apodera de la víctima que no lo es tanto (es éste un dato que nos es revelado a posteriori pero que ya no importa, el abuso de poder es lo que se está juzgando entonces).
La secuencia final sirve como juicio sumario sobre la actuación de la policía, como se enfrentan ley contra justicia, si el fin justifica los medios, quién decide las responsabilidades, quién controla a los controladores, temas tan actuales ahora como lo eran entonces, lo que confiere al conjunto una vigencia, no solo por su concepción, sino por su ejecución y temática.
La evolución del personaje de Welles es la base sobre la que se apoya toda la narración, pasa por diferentes etapas que son las que van marcando su comportamiento.
El capitán Hank Quinlan (Welles) aqucomienza con la seguridad que le confiere su experiencia y saber que sus decisiones ni sus métodos están en discusión, es un personaje agresivo, incluso un tanto condescendiente con los otros, es consciente de que es el faro que guía a los demás y decide sobre la justicia y la vida de los demás.
Investiga el asunto pasando por alto cuestiones como jurisdicciones u otras formalidades legales hasta que decide quién es el responsable, una vez que lo hace los métodos son lo de menos y ahí es donde surge la confrontación con Miguel Vargas (Heston), éste por casualidad descubre la trama y empieza a dudar de los métodos del policía.
Cuando el policía comienza a verse perseguido y cuestionado, se produce un cambio precisamente reflejado en su gesto (está evolución se ve perfectamente en la cara del propio Welles) y en sus acciones, el tono de su voz varía y empiezan a aflorar los fantasmas, se dan a conocer datos de su pasado que explican su evolución y reacciona como un animal acorralado.
Su siguiente paso natural es el de intentar castigar a quién ha osado ir contra él, continua su caída con la trama secreta para desacreditar a su oponente, el conspirador implacable que no vacila en ninguna da sus decisiones y para ello se alía con quién haga falta.
El último paso se correspondería con su momento más bajo, poseído por sus propios fantasmas, el alcohol, comete actos que van más allá de la traición para cumplir sus objetivos, es una huida hacia delante de la que no hay vuelta atrás, así lo comprende su fiel compañero que ve todo el mal que han causado defendiendo ese supuesto bien. Desemboca todo en ese trágico final que no es más que el resultado de esa caída.
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